“Pandebono es pan del bueno” dice la abuela de Mia cuando prepara esos deliciosos pan de bono que se derriten en la boca. Redondos, pequeñitos y tiernos con sabor a yuca, maíz y queso. Ideales para desayunar o merendar con café o chocolate.
El pandebono es el bocado favorito del Oso por su textura esponjosa por dentro y tostada por fuera. Además, no contiene gluten, por lo que es apto para celíacos y él se puede dar el gusto de comerlo por montones.
Abuela, ¿de dónde viene el pandebono?
¡Pan del Bono! ¡Pan del Bono! gritaba cada mañana el italiano desde la puerta de la panadería, en Cali; recuerda la abuela de Mia con algo de nostalgia, mientras saca del horno una bandeja llena de panecillos salados en La Merendona.
Mía y el Oso se deleitan al comer y al escuchar a la abuela contando la historia de la señora Genoveva; una mujer de pelo blanco y ojos grises que a mediados del siglo XIX vivía en la Hacienda Bono, en Remedios de Dagua, un pueblecito del Valle del Cauca, en Colombia.
La señora Genoveva preparaba panecillos salados de maíz con yuca y queso para todos los trabajadores del lugar. La receta se hizo muy popular por el exquisito olor que emanaba el horno de leña; era la favorita de los viajeros de la ruta entre Cali y Buenaventura, y muy pronto se extendió por todo el país.
Aunque también dicen que fueron los jornaleros de la caña de azúcar quienes dieron origen al nombre del pandebono en ese entonces, cuando bautizaron así al boleto que recibían al inicio del día para reclamar un pan y una bebida.
Nadie sabe muy bien cuál es el verdadero origen del pandebono, pero nadie duda de que se trata de una deliciosa receta tradicional del pacífico colombiano, que la abuela de Mia prepara con ingredientes naturales y con mucho mimo para el Oso y para todos los animalitos del bosque.
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